junio 07, 2011

Luego de la ducha

Me has separado de mis atuendos, solo me cubre una pequeña ropa interior ansiosa de ser liberada de mi cuerpo; pero paciente para terminar de excitar el tuyo. Tú, aun esperas con la toalla ansioso de saber que iba a pasar acontinuación...

Empiezo por llegar hasta donde estás, y al ver que andas acostado, me siento encima de ti, sobre tu miembro, sobre tu cuerpo… a la vez en que mi cuerpo se inclinó para besarte, mis manos agarran las tuyas y las ubican en mi cintura, en mi espalda; así bien, te beso.

Tus manos me tocan, me desean, aunque sigues siendo paciente; el beso se intensifica, y tus manos llegan al broche de mi brasier, lo sueltan suavemente, éste cae, tus manos siguen paseando, tocan mis senos y mis pezones con euforia, van bajando y halan el pequeño  hilo negro que cargo para ti esa noche… te muerdo el labio; voy bajando, ahora muerdo tu cuello, subo de nuevo para divertirme con el lóbulo de tu oreja; te encanta, te excita. Mis manos pasean por tus piernas; yo, sigo el camino en descenso hasta tu miembro, tropiezo con la toalla, pero ésta solo me divierte, juego con ella un poco, hasta soltarla con los dientes; ahí está, tu pene firme y erecto, jugoso ante mis ojos, deseoso de sentir el roce de mi sexo. Llegan mis manos hasta éste, lo agarro, pero es mi lengua quien disfruta el sabor, el calor que emana de él, lo recorro desde arriba hasta abajo, al mismo tiempo en que mis manos van sobre él. Tu cara llena de placer, tus ojos al ver los míos, me demuestran que quieres que vaya más rápido, así que subo a besarte, pero mis manos siguen tocándote.

Bajo de nuevo a tu miembro, para introducirlo dentro de mi boca, ésta sube y baja, lo disfruta, pero te indica que es hora, te indica que debes otorgarme tu lugar.

Ahora soy yo quien está acostada en la cama, casi mis manos te empujan a que bajes hasta mi sexo y me quites el hilo, pero te adelantas, bajas, me muerdes los pezones, me encanta, tus manos halan las tiras de mi blúmer, a la vez que tu boca empuja la pieza hasta mis rodillas, dejando al descubierto mi sexo, húmedo por tus caricias; mientras lo recorres con tus manos, diriges tu mirada a mi rostro, quien a su vez está lleno de placer. Me tienes ahí, acostada, desnuda ante ti, tus dedos entran y salen de mi vagina, y tu boca, tu lengua, juegan con mi clítoris, me encanta como lo haces, me llenas de placer; no soporto más tantas caricias, y tú tampoco, tu miembro menos, está duro, erecto, y mi vagina cada vez más húmeda.

Prosigues sacando tus dedos de mi sexo, para introducirlos a su vez dentro de mi boca, los muerdo. Tu otra mano agarra tu miembro y por fin, lo introduces dentro de mi vagina. Hago una mueca de placer, lo notas, y sonríes, diriges tu mano hacia mis senos, te encanta penetrarme y a mi que me hagas tuya. Cada minuto que pasa es un orgasmo diferente, aceleras los movimientos, me besas, te muerdo. Nuestro nivel de excitación es elevado, y el placer que sentimos es el doble de éste. Hacemos paso largo, escuchas mis gemidos y yo tu pulso acelerado, poco falta para alcanzar el cielo, pero esta es nuestra noche, la delicia de nuestros sudores, de tu pene dentro de mí… vamos, solo un poco más… rasguño tu espalda, como informándote que llegué al clímax, haces una pausa y entiendo que también tú; me acerco a tus labios, y con un beso te digo.

- Buenas noches.  

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