junio 26, 2011

Encuentro Inesperado


Viernes, 15:05. Un día poco normal, caluroso y desesperante, decido salir a dar una vuelta y pues bien, si es de sudar, quizás visitar el gimnasio no estaría nada mal. Me tomo con la sorpresa de que no hay más que una sola persona; un hombre corpulento, alto, exquisito a simple vista,  aunque no hago más que seguir a lo que iba. Comienzo mi rutina, pero sin sacar mi vista del tipo masculino que tenía en frente, a lo cual noté que él tampoco dejaba de mirarme.

-          - ¿Vives por aquí, guapa? – Me pregunta.
-           -   Sí, a unas cuantas cuadras…

(El resto de la conversación es solo un accesorio más con todo lo que vino después.)

Me ayudó con mis rutinas: piernas, glúteos, abdomen… Sentía como tocaba mis piernas al momento en que me indicaba las posiciones; así pasó también con el resto de mi cuerpo. Sus manos, grandes y mórbidas, recorrían cada centímetro de mi piel, fue un estilo cortés la forma en la que me tocaba, pero a la vez, muy sensual. 

Me retiro a beber un poco de agua, al regresar a su encuentro tenía una sonrisa tentadora y su mirada de deseo me explicaba a través de las partículas de aire, todo lo que quería hacerme sentir… No he de negar, me pareció un tipo muy atractivo, ¿Perder esa oportunidad? Para nada.

Me le acerque con cierto sigilo y coqueteo, él estaba sentado en uno de los bancos del gimnasio y no hice más que ponerme encima suyo.

-         -  ¿Me deseas? – Le pregunté.

-          No es la primera vez que te veo, y créeme… todo lo que quiero hacerte, no tienen una explicación concreta. Sí, te deseo.

No dudé en besarlo, sentir sus labios devorando los míos, y su lengua jugando con la mía. La forma en la que me besaba, totalmente inexplicable, hacía que mis hormonas volaran a mil millas por hora, me retorcía de las ganas de poder sentirlo dentro de mí, de su cuerpo desnudo sobre el mío y de querer en mi cuerpo sus gotas de sudor.
Sus manos iban rodeando mi pequeña espalda, tocándola de la misma forma en la que un animal huele a su presa, fue bajándolas hasta agarrar con firmeza mi cintura, al tiempo en que me apretaba hacia su cuerpo, haciéndome sentir debajo de mí su miembro totalmente erecto. Siguió descendiendo, hasta llegar a mis glúteos, y no fue sorpresa el sentir como los agarraba con fuerza y deseo, mientras sus labios bajaban a mi cuello y me mordía tal cual vampiro.

Se levantó, (me levantó) y nos dirigimos al sauna, me indicó que me sentara mientras él encendía las brasas; paso siguiente, fue directo hacia a mí, me despojó de mis prendas con ahínco, así como yo hambrienta de deseo, le arranqué las suyas, dejando al aire lo más divino que puede haber:  su miembro erecto, jugoso y rosado. Me inclino hacia al frente, él estaba de pie, agarro su miembro y lo introduzco de lleno en mi boca, siento la dureza a través de mis labios, juego con él como si fuera una chupeta, rodeándolo de arriba abajo y mordiéndolo delicadamente, así como mis manos siguen el paso de mi boca, jugando con sus genitales y paseando alrededor de su cuerpo. Escucho su respiración acelerada, sus pequeños y ocultos gemidos… sé que no resiste más.

Sus manos están sobre mi cabeza, moviéndose al mismo tiempo en que yo lo hago, o ayudándome a ponerle un poco más de rapidez al asunto. Me hala el cabello, me separa, me alza y hace que me voltee. Sujetando con mis manos el banco de madera, siento como abre mis piernas y a sus manos tocando mi sexo; se agacha y su lengua empieza a jugar ahora con mis labios, con mis más íntimos y preciados agujeros, con mi clítoris... De pronto, un dedo suyo introduce, luego otro, y su lengua cada vez más rápida, al igual que su mano. Que delicia. Me siento totalmente húmeda, llena de un delicioso  placer, comienzo a gemir. Él sabía lo que de verdad quería, aparte de su lengua recorriendo mi sexo; se aleja, se levanta y siento como va introduciendo su miembro duro en mí, la humedad que dispensa mi cuerpo gracias a la excitación, más el vapor del sauna, hicieron que la entrada de su miembro en mi sexo haya sido divina y acoplada al mismo ¡AH! Que delicia.

-          - ¿Te gusta? – Me pregunta.
-          - No te imaginas cuánto.
-          - Pues esto solo es el comienzo.

De pronto siento su mano halando mi cabello, a la vez en que me va penetrando con más fuerza y rapidez, mi cuerpo se retuerce, su mano se dirige a mi cuello y me lo aprieta, sabiendo de alguna extraña manera que me gusta el trato fuerte. Cada vez se va moviendo con más rapidez, me penetra como nunca nadie, con deseos, ganas y fuerza. Me voltea, y me acuesta, paso siguiente, se coloca sobre mí y vuelve a introducirlo, sus manos de nuevo en mi cuello y su miembro duro dentro de mí pide plegaria. 

Queriendo yo hacerle descansar, le indico que se acueste, y volteada, me siento sobre él, de nuevo, lo introduzco dentro de mí y muevo mi cuerpo de arriba abajo, así como sus manos agarrando mi cintura, fuerza la rapidez y la presión, me inclino un poco hacia atrás y mientras toco mi clítoris, él termina el trabajo sucio, ambos gemimos, ambos disfrutamos, más rápido, más duro, más rico. Una gran orgasmo, y el lívido inexplicable; él… un gran orgasmo y el semen inexplicable. Siento sus líquidos fundiéndose con los míos, tanto sudor como demás. Un gran charco de lujuria y sexo. 

Se acerca a mi rostro y me da un beso, me sonríe. Nos cambiamos, y salimos del lugar como si nada.

-          - Espero verte pronto – Me dice.
-          - ¿El Lunes a la misma hora? – Le pregunto.
-          - Cuenta conmigo.

Ahora si existe un motivo confortable por el cual ir al gimnasio.

junio 15, 2011

Lluvia, un callejón y dos cuerpos desnudos

Miércoles 15, 17:55. Por lo general las salidas al cine con ella son bien dinámicas e interesantes. No somos de las que típicamente usan ésta excusa para tragarnos ambas salivas al momento de “ver” una película. Somos más inusuales. Prestamos atención a lo que vemos, mientras nuestras manos se sumergen en lo profundo, íntimo y bajo de nuestros atuendos. Casi siempre coincido en usar falda para facilitar las caricias que he de recibir antes de poder comerme el postre siguiente a las cotufas.

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La película no había comenzado cuando ya sentía su mano introducirse dentro de mi falda. Comenzó por acariciarme solo los muslos. Luego los apretaba. Hasta que sentí su mano ya sobre mi panty acariciando mi sexo, rodeándolo para que éste se mojara más. Siguiendo esto, atraviesa mi ropa íntima y comienza a jugar con mi clip. Cruda maldad a horas tan tempranas.

Me erizo un poco, le sujeto la mano y la alejo de mí. Ella ríe y yo también. Ambas estábamos juguetonas, pero yo ya estaba que quería comerla y no podía seguir sufriendo de esa manera. Ahora me tocaba a mí hacerla sufrir un poco. Cuando la vi concentrada en la película, distraje un poco mi atención de la misma y me incliné hacia ella para besarle el cuello, morderla, lamer su oreja…  Apenas vi se reía, me alejé y continuamos.

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La película no duró más de 2hrs. Una vez terminada, salimos del cine contando lo tal que nos había parecido. 

Caminamos vía su casa, las calles estaban repletas de gente, a pesar del frío y el quizás aroma a lluvia que poco esperaba ver caer sobre nosotras. Y así pues bien, luego de un rato, la lluvia nos bañó de pies a cabeza. Ella me haló hacia un rincón de una calle angosta y comenzó a besarme desenfrenadamente. Mis labios seguían los suyos con fervor y deseo. Mi lengua y la suya se unían, y el roce de nuestras papilas lograban excitarnos  mucho más. Me asía hacia la pared,  luego sujeta mi camisa y la saca por arriba de  mis brazos. Aprieta mis senos y yo comienzo a besar de nuevo su cuello. Le quito la camisa también. Me empuja. Me ve con lujuria. Y sigue besándome.

Sentía como sus manos bajaban mi falda y comenzaban por quitarme la blúmer, así como luego su dedo iba introduciendo dentro de mí y su lengua jugaba con mi clip. Me retorcía del tal inesperado placer que me iba a producir eso más las gotas de lluvia mojando mi rostro. Desabrocho mi sostén y ahora el sentirla sobre mis pezones hacía que me retorciera un poco y cada vez más.

Sus dedos entraban y salían de mi sexo rápido y ferozmente. Yo no contuve las ganas y la halé del cabello hacia mí, la besé e incliné al suelo. Me le fui sobre ella y mientras la besaba, volteaba mi cuerpo hacia su sexo y ahí estábamos. Ambas con nuestros secretos en rostros de cada quien. Sintiendo al mismo tiempo placer y demás. Sentía su sexo apretadito y caliente, y mi lengua en su clip hacían un buen trabajo de equipo.

Visto la situación que presentábamos al estar en un lugar público, quisimos aprovechar la lluvia a nuestro favor y en la misma posición proseguir con lo que estábamos. Ambas nos erguíamos. Ambas sentíamos placer. Ambas, queríamos más. 

Yo llegué primero que ella, pero seguía lamiéndola con fervor. Mientras ella a mí solo me acariciaba suavemente. Poco a poco y cada vez más rápido sentía como ya estaba pronta y así pues bien, luego de un gemido, sentí como ella también lograba alcanzar el clímax. Me giré para besarla y notar la sonrisa de placer que en su rostro mostraba. La besé, le levanté y la ayudé. Ya estaba dejando de llover, así que nos cambiamos rápido y salimos del callejón como si nada hubiera pasado.

Proseguimos nuestro camina hacia su casa, riéndonos de lo que había pasado. Subimos hasta el apartamento y ahí, nos quitamos la ropa, nos metimos a bañar. Jugueteamos un rato y nos acostamos a dormir.

-          - Espero se repita lo que pasó hace rato, pero que ésta vez sea mañanero.
-         -  Tranquila, te despertaré para darte el desayuno – le respondí.


junio 07, 2011

Luego de la ducha

Me has separado de mis atuendos, solo me cubre una pequeña ropa interior ansiosa de ser liberada de mi cuerpo; pero paciente para terminar de excitar el tuyo. Tú, aun esperas con la toalla ansioso de saber que iba a pasar acontinuación...

Empiezo por llegar hasta donde estás, y al ver que andas acostado, me siento encima de ti, sobre tu miembro, sobre tu cuerpo… a la vez en que mi cuerpo se inclinó para besarte, mis manos agarran las tuyas y las ubican en mi cintura, en mi espalda; así bien, te beso.

Tus manos me tocan, me desean, aunque sigues siendo paciente; el beso se intensifica, y tus manos llegan al broche de mi brasier, lo sueltan suavemente, éste cae, tus manos siguen paseando, tocan mis senos y mis pezones con euforia, van bajando y halan el pequeño  hilo negro que cargo para ti esa noche… te muerdo el labio; voy bajando, ahora muerdo tu cuello, subo de nuevo para divertirme con el lóbulo de tu oreja; te encanta, te excita. Mis manos pasean por tus piernas; yo, sigo el camino en descenso hasta tu miembro, tropiezo con la toalla, pero ésta solo me divierte, juego con ella un poco, hasta soltarla con los dientes; ahí está, tu pene firme y erecto, jugoso ante mis ojos, deseoso de sentir el roce de mi sexo. Llegan mis manos hasta éste, lo agarro, pero es mi lengua quien disfruta el sabor, el calor que emana de él, lo recorro desde arriba hasta abajo, al mismo tiempo en que mis manos van sobre él. Tu cara llena de placer, tus ojos al ver los míos, me demuestran que quieres que vaya más rápido, así que subo a besarte, pero mis manos siguen tocándote.

Bajo de nuevo a tu miembro, para introducirlo dentro de mi boca, ésta sube y baja, lo disfruta, pero te indica que es hora, te indica que debes otorgarme tu lugar.

Ahora soy yo quien está acostada en la cama, casi mis manos te empujan a que bajes hasta mi sexo y me quites el hilo, pero te adelantas, bajas, me muerdes los pezones, me encanta, tus manos halan las tiras de mi blúmer, a la vez que tu boca empuja la pieza hasta mis rodillas, dejando al descubierto mi sexo, húmedo por tus caricias; mientras lo recorres con tus manos, diriges tu mirada a mi rostro, quien a su vez está lleno de placer. Me tienes ahí, acostada, desnuda ante ti, tus dedos entran y salen de mi vagina, y tu boca, tu lengua, juegan con mi clítoris, me encanta como lo haces, me llenas de placer; no soporto más tantas caricias, y tú tampoco, tu miembro menos, está duro, erecto, y mi vagina cada vez más húmeda.

Prosigues sacando tus dedos de mi sexo, para introducirlos a su vez dentro de mi boca, los muerdo. Tu otra mano agarra tu miembro y por fin, lo introduces dentro de mi vagina. Hago una mueca de placer, lo notas, y sonríes, diriges tu mano hacia mis senos, te encanta penetrarme y a mi que me hagas tuya. Cada minuto que pasa es un orgasmo diferente, aceleras los movimientos, me besas, te muerdo. Nuestro nivel de excitación es elevado, y el placer que sentimos es el doble de éste. Hacemos paso largo, escuchas mis gemidos y yo tu pulso acelerado, poco falta para alcanzar el cielo, pero esta es nuestra noche, la delicia de nuestros sudores, de tu pene dentro de mí… vamos, solo un poco más… rasguño tu espalda, como informándote que llegué al clímax, haces una pausa y entiendo que también tú; me acerco a tus labios, y con un beso te digo.

- Buenas noches.  

junio 02, 2011

Lago y estrellas


La sensación de sentir el aire freso y puro en mi cara, era completamente placentero, sin dejar a un lado la increíble compañía que me ofrecía ese hermoso cielo estrellado y esa gloriosa luna llena.

Llegamos a la orilla del lago, donde nos esperaba un pequeño bote, nos subimos y proseguimos con el viaje. Estábamos en medio de esa densa agua, cuando él se acercó a mí  y con cuidado hincó sus colmillos en mi cuello. A partir de ese momento supe que ese sería el comienzo de una deliciosa velada.

Me besó en los labios y con sus manos me halo del cabello, dejando de nuevo mi cuello expuesto. Fue pasando sus labios desde mi rostro hasta ahora mi pecho, pasó sus manos por mi espalda y las dirigió a mis senos. Quitando los botones del vestido al tiempo en que yo me inclinaba para besarle. Se mordió la lengua, de la cual empezó a brotar pequeñas partículas de sangre, que  poco a poco y a través de ese apasionado beso fue pasándome con su boca.

Cada gota que pasaba por mi garganta, más los movimientos de sus manos, hacían que mi cuerpo entrara en una especie de trance o libido infinito. Sentía como si volase entre nubes de algún tóxico glorioso, el cual me hacía sentir cual súcubo al matar a sus víctimas.